22.6.25

Reseña: Un triste ciprés — Agatha Christie

UN TRISTE CIPRÉS
AGATHA CHRISTIE



Espasa
Páginas: 263
Hercule Poirot #22
Traducción: Juan A. G. Larraya
Cubierta: Ed




Buf, no sé cuánto tiempo había pasado ya desde que leí un libro de Agatha Christie, pero no sé cómo me he negado a mí misma este placer, porque siempre SIEMPRE disfruto muchísimo de sus historias: me lo paso como una enana intentando descubrir quién es el culpable. Además, tengo aún un par más esperando por casa, y a ver si van cayendo ahora en veranito...

En esta ocasión, volvemos a encontrarnos a Poirot, aunque esta vez comenzamos la investigación en el momento del juicio a la acusada: ya se nos presenta desde el minuto uno la culpable más probable, y a partir de ahí, viajaremos al pasado para descubrir si realmente fue ella o si es inocente en realidad:

Cuando la adinerada señora Welman muere, se descubre que no dejó testamento, y su fortuna va a parar a manos de su sobrina Elinor. A petición de su tía, esta, lega una generosa cantidad a la protegida de esta, Mary Gerrard. Pero, poco después, Mary muere víctima de un envenenamiento y todas las pruebas apuntan a la propia Elinor, quien tenía el móvil, los medios y la ocasión. A pesar de que todo la apunte, se le solicita a Hércules Poirot que investigue la verdad tras los hechos, y es que las pruebas son tan, tan evidentes que puede que haya algo que no sea cierto. 

¿Escriba lo que escriba Agatha me va a encantar? Porque ya llevo leídos la mayoría de sus libros y son solo un par los que no me han gustado del todo: para mí, tiene la fórmula perfecta, la ha explotado a tope, y le ha salido fenomenal. Son cortos, ligeros, intrigantes y sorprendentes, ¿y lo mejor? Que te hace partícipe de la investigación, dándote todos los datos para que puedas deducir la verdad también. 

En esta ocasión, me ha resultado muy interesante que, como comentaba, partiéramos de una culpable, y tuviéramos que intentar demostrar su inocencia, a pesar de que todo, absolutamente todo, la apuntaba, y reconozco que no ha sido nada evidente, aunque, como siempre, he sospechado absolutamente de todo el mundo, para llegar a un desenlace la mar de satisfactorio.

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